La activista iraní, Narges Mohammadi, fue galardonada con el premio Nobel de la Paz por «su lucha contra la opresión de las mujeres y sus esfuerzos por promover los derechos humanos y la libertad para todos». La mujer, de 51 años, se encuentra cumpliendo condena de 16 años en la prisión de Evin, en Teherán.
Mohammadi, quien ha sido encarcelada en 13 oportunidades, condenada en cinco ocasiones, y por orden de la justicia persa, debió recibir 154 latigazos, se convirtió este viernes en la decimonovena mujer en recibir este galardón, que se presenta en un momento crucial para las iraníes a un año de la muerte de Mahsa Amini, la joven de 22 años asesinada por la policía “de la moral” luego de no cumplir con el uso correcto del hiyab.
La nueva poseedora del premio Nobel de la Paz es licenciada en física, además de ingeniera, pero se desarrolló como periodista en medios reformistas, tiempo más tarde, publicó su primer libro de ensayos políticos. Ya en el 2003, se unió al Centro de Defensores de los Derechos Humanos, encabezado por el Premio Nobel de la Paz Shirin Ebadi.
En el 2011, Mohammadi fue detenida luego ser declarada culpable por “actuar contra la seguridad nacional”, en dicha ocasión fue sentenciada a 11 años de prisión, pero salió en libertad un año después. En el 2015, fue condenada a 10 años acusada de “fundar un grupo ilegal” que realizó campaña para detener la pena de muerte, a 5 años por “reunión y colusión contra las autoridades nacionales”, y a 1 “por “propaganda contra el sistema”.
La activista, en total ha sido sentenciada a 31 años de prisión, pero su actual condena es de 16 años, ya que en 2020 fue liberada tras cumplir ocho años y medio tras las rejas.
El comité noruego declaró que el premio «también reconoce a los cientos de miles de personas que se han manifestado contra las políticas de discriminación y opresión del régimen teocrático contra las mujeres». Este año, Mohammadi también recibió el premio Guillermo Cano a la Libertad de Prensa de la Unesco y en 2022 ganó el Premio al Valor de Reporteros sin Fronteras (RSF).
La activista, que ha trabajado durante años para diversas publicaciones, es también vicedirectora de la ONG Centro de Defensores de los Derechos Humanos en Teherán. Incluso desde la cárcel, Mohammadi mantiene su compromiso con las causas que defiende, dedicándose a informar la situación de los presos en Irán. Desde una celda, la mujer ha completado decenas de artículos periodísticos, situación que la ha llevado a ser maltratada y torturada a pesar de sufrir problemas cardíacos, según destacó RSF al anunciar su distinción.