La Federación Internacional de Periodistas (FIP) publica un informe que revela que en el mundo 68 comunicadores fueron asesinados, de los cuales 11 fueron en México. Para terminar con la impunidad de los crímenes contra periodistas en México hacen falta cambios estructurales en la investigación, exigen oenegés. Con apoyo de Alemania, analizaron 40 casos de periodistas asesinados.
Después de México, que es el país de América más peligroso para los periodistas, aparecen Haití, (siete asesinatos), Colombia (cuatro), Honduras, Brasil (dos), Paraguay, Ecuador y Chile (uno). Sobre la periodista chilena Francisca Sandoval, de 32 años, la FIP señala que es el primer periodista asesinado en ese país después del regreso de la democracia, en 1990.
Seis años después del asesinato de la periodista mexicana Miroslava Breach, organizaciones civiles han presentado un informe que analiza las fallas que han cometido las autoridades para aclarar este y otros casos. En una comparecencia ante el Senado, este jueves 23 de marzo, Reporteros Sin Fronteras (RSF) y Propuesta Cívica subrayan que la búsqueda de justicia «representa un camino sinuoso y complejo para víctimas, representantes legales e incluso autoridades.»
Según el reporte, hacen falta no solamente técnicas de investigación modernas análogas a las que se usan para casos de crimen organizado, sino también mecanismos de protección para querellantes, testigos y peritos, expuestos a constantes amenazas. Además, exigen mayor rigurosidad para dar con los autores intelectuales y no solo los materiales, que en su mayoría suelen ser sicarios.
RSF y Propuesta Cívica quieren que los medios afectados y los organismos de la sociedad civil encargados de la defensa y protección de la libertad de expresión sean considerados también como víctimas en el caso de asesinatos de periodistas. «No se puede tratar como cualquier asesinato, ya que se afecta el medio y el derecho de información de los ciudadanos”, dice Nube Álvarez de RSF.
En ausencia de ese tipo de protección, los periodistas mexicanos se han preparado mucho mejor para situaciones de violencia, creando redes de apoyo y respuesta rápida formales e informales. También han reforzado sus vínculos con organizaciones de la sociedad civil, pero cuando se producen agresiones contra periodistas, rara vez conducen a detenciones y aún más raramente a condenas.
“En términos de impunidad, seguimos viendo más o menos las mismas cifras que siempre hemos visto, lo que significa que más del 95% de todos los asesinatos permanecen impunes”, lamenta Jan-Albert Hootsen, representante de México en la Comisión de Protección a Periodistas.