La vuelta a clases de los estudiante también trae de regreso el bullying y el ciberbullying, un fenómeno que lamentablemente afecta estudiantes de todas las edades. Además, no sólo afecta el bienestar emocional de los estudiantes, sino que también al prolongarse en el tiempo puede tener consecuencias en el rendimiento académico y desarrollo personal del afectado, así como también consecuencias graves en su bienestar emocional y psicológico.
La exposición pública y la falta de privacidad agravan el impacto, generando ansiedad, depresión e incluso llevando a casos extremos de suicidio. La ley 21.013 configura como delito el maltrato corporal relevante, maltrato relevante agravado y trato degradante.
En este fenómeno se reconocen al menos seis tipos de bullying: físico, verbal, psicológico, social, sexual y ciberbullying. En torno a éste último, el acoso cibernético, se refiere al uso de la tecnología, especialmente Internet y redes sociales, para acosar, intimidar o difamar a otros. Este fenómeno se ha incrementado con el aumento del acceso a dispositivos electrónicos y la presencia constante en plataformas digitales y a diferencia del tradicional acoso, el ciberbullying tiene un alcance masivo y perdura en el tiempo.
Prevención intersectorial
La prevención de este fenómeno combina educación, concientización y colaboración entre padres y educadores. Es fundamental enseñar a los niños y jóvenes a comunicarse con empatía y respeto, así como establecer mecanismos de apoyo para aquellos que son víctimas de acoso cibernético.
El capitán Gabriel Bustamante, del departamento OS9 de Carabineros hizo el llamado a la precaución y a atreverse a denunciar, más aun considerando el desarrollo de tecnologías que potencian el ciberbullying.
En ese sentido Carabineros recomienda:
– Que colegios pueden incorporar charlas, talleres y materiales didácticos para concientizar a los estudiantes sobre los riesgos del bullying y la importancia del respeto entre estudiantes.
– Explorar herramientas que ayuden a monitorear y controlar el comportamiento de los estudiantes, sin comprometer su privacidad.
– Promover la colaboración con expertos para desarrollar estrategias de prevención. Destacando la importancia de contar con profesionales que guíen la implementación de políticas escolares y programas de prevención.
– Proporcionar recursos a los padres, como guías prácticas, seminarios web y materiales educativos que los ayuden a entender y abordar el bullying así como fomentar la comunicación abierta con los hijos.
– Si él o los atacantes han provocado lesiones, amenazado o insultado el llamado es a denunciar el hecho ante las policías, con el objetivo de sancionar que atenten contra la integridad física y psíquica de niños, niñas y adolescentes.