Las nuevas tendencias y estilos virales son desechados en poco tiempo sin considerar que detrás hay una industria altamente contaminante. Sin embargo, crecen las opciones conscientes con énfasis en la economía circular y el reciclaje.
No hace mucho nuestro país estuvo en el centro de la polémica debido a una emergencia ambiental y social sin precedentes. El desierto de Atacama, en su inmensidad, alojaba una oscura región utilizada durante años como vertedero ilegal de ropa usada. Las Naciones Unidas incluso ha clasificado esta crisis como una emergencia global.
Un estudio de National Geographic reveló que la producción mundial de ropa se duplicó entre 2000 y 2014, con los consumidores adquiriendo un 60% más de prendas y usándolas por periodos considerablemente más breves.
Alarmantemente, el 60% de la ropa fabricada termina en vertederos como el desierto de Atacama o incineradoras en menos de un año, provocando serios problemas de contaminación.
¿Qué es el fast fashion?
Esta situación de emergencia ambiental sería el resultado directo del auge de la moda rápida o fast fashion, que implica la producción en serie y descarte masivo de ropa barata y de moda procedente de Estados Unidos, Europa o Asia.
Popularizado por tiendas de conveniencia como H&M, Shein o AliExpress, entre otras, la industria textil bajo esta tendencia ha sido severamente cuestionada no sólo por su producción sino por sus prácticas laborales. Según datos de la ONU, su devastador impacto ambiental recae en su responsabilidad por el desperdicio de un 20% de agua utilizada para su producción y la emisión de un 8% de gases de efecto invernadero. Por ejemplo, la industria textil genera más emisiones que vuelos y viajes marítimos combinados.
Moda lenta o alternativas circulares
Para combatir esta crisis, diferentes expertos o influenciadores sugieren que la industria de la moda debe adoptar principios de economía circular, enfocándose en la producción de prendas duraderas, la reutilización o el impulso de oficios enfocados en la costura y la confección, para contar con más herramientas y dar una segunda vida a la ropa.
La investigación juega un papel crucial en la implementación de estas soluciones para mitigar el impacto ambiental y social de la moda rápida, además del desarrollo de tecnologías sostenibles de fabricación como el reciclaje de telas.
