Este fin de semana se revivió esta antigua tradición de más de cien años historia donde «arriadores» y «rodeadores» bajan cientos de burros salvajes desde los cerros para luego apiñarlos en un corral con el objetivo de reconocerlos (marcarlos), amanzarlos y comercializarlos.
Todo un espectáculo donde los arrieros demuestran sus destrezas con el lazo y cabalgando a gran velocidad sobre sus caballos en medios de cerros y quebradas cordilleranas tras los asnos. Hasta el lugar llegaron decenas de familias desde lugares como El Durazno, Condoriaco, Punta Colorada,
Calingasta, Almirante Latorre, Potrerillos, entre otras localidades rurales de la región, quienes se instalaron con cocinerias y campamentos para presenciar lo que denominan «una bonita tradición familiar» ya casi extinta. El rodeo de burros del Chaucho, no se realizaba desde hace 3 años debido de la pandemia Covid 19. Sin embargo, su atractivo como patrimonio vivo es un potencial producto para el turismo rural y cultural.