“El aluvión de 2015 cambió todo”, dicen tajantes, Mónica Torres y Héctor Herrera, matrimonio que lleva más de 34 años viviendo en San Antonio, al interior de Tierra Amarilla. La catástrofe, que afectó a buena parte de la Región de Atacama, destruyó completamente la casa familiar y modificó, de un día para otro, la vida de ambos y sus tres hijos.
“La idea de iniciar un negocio propio siempre estuvo, desde muchos años antes. Inicialmente pensamos en una cafetería, orientada a desayunos y repostería, pero, poco a poco se fue transformando en un restaurant, porque era lo que el público quería”, cuenta Mónica.
Y así nació “Amanda”, antes de lo esperado, como consecuencia del nuevo escenario ocasionado por el desastre natural. Los primeros años no fueron fáciles, ya que hubo que construir todo desde cero y poco antes de la fecha de inauguración, comenzó la pandemia del COVID-19, lo que retrasó todo.
“Finalmente, pudimos comenzar hace un año y medio. Atendemos nosotros mismos y a veces nos ayudan nuestros hijos, especialmente el menor, que está terminando la universidad”, dice Hernán.
En poco tiempo, la comida chilena que ofrecen va camino a convertirse en un clásico del Valle, tanto por su buena sazón, como también por la excelente atención y calidez del cómodo y amplio local.
“La primera vez que postulamos al FOCO de Caserones en la línea de negocios y microempresas, fuimos beneficiados y pudimos adquirir una asadora de pollos y una cafetera. Fue una gran ayuda, ya que habíamos gastado muchos recursos en la construcción del local”, señala Mónica.
“Este año presentamos un nuevo proyecto para adquirir un horno digital y afortunadamente el resultado fue positivo. Esto nos simplifica mucho el trabajo en la cocina (…) El aporte de Caserones ha sido muy importante para el avance del restaurante y recomiendo postular”, agrega.
“Estos años han sido de mucho trabajo. Todos los días comenzamos muy temprano y terminamos casi a las 12 de la noche, pero el negocio nos ha servido y estamos contentos, porque la gente nos prefiere y siempre vuelven. Pensamos en ampliar el local muy pronto y ofrecerlo también para actividades de empresas”, concluye Hernán.
“Me interesa crear puestos de trabajo”
“Lo primero que hago, temprano en la mañana es salir a barrer la entrada del local. Así todos saben que ya está abierto”, cuenta Gilda Delgado, quien lleva 27 años viviendo en Tierra Amarilla y hace 11, es dueña de una peluquería con su mismo nombre.
Al entrar a su local, se pueden ver varios sillones, secadores y múltiples productos de belleza. Pero, no siempre fue así. “Me aburrí de mi trabajo anterior y dije voy a instalar una peluquería, porque había estudiado eso. Empecé en esta misma casa, con una cosita chiquitita. Un sillón en un rincón del living-comedor. Después vendí los muebles e instalé más sillones. Abrí una pieza y seguí creciendo”, cuenta.
“Todo lo que se ve acá ha sido posible gracias a FOSIS, donde he tomado cursos y al FOCO de Caserones, que me ha permitido fortalecer mi peluquería. Comencé en la línea de oficios en vías de formalización y luego pasé a la línea de negocios y microempresas. He postulado siempre. Algunos años lo obtuve y otros, no”, continua.
Gracias a la concreción de sus proyectos, ha podido instalar nuevos espacios, como peinadores y lavapelos. “Este año fui beneficiada y pude adquirir una camilla para masajes y dos nuevos sillones, entre otras cosas. Mi idea es crecer constantemente y generar fuentes laborales. Me interesa que la gente tenga donde trabajar”, comenta.
El Fondo Concursable “Con tu Aporte, Crecemos” de Caserones recientemente cerró su versión 2023 beneficiando 96 nuevos proyectos de Tierra Amarilla. Desde su creación, el FOCO ha contribuido a la sostenibilidad y ejecución de más de 950 proyectos y oficios en vías de formalización, microempresas e iniciativas comunitarias.