Luego del terremoto y posterior tsunami que afectó la central nuclear de Fukushima en el año 2011, Japón está a punto de poner en marcha su plan que tiene como objetivo descargar las aguas residuales en el mar, aludiendo la falta de espacio que estaría quedando en los tanques de la planta.
Desde Tokio insisten en la necesidad de reconstruir la central, no solo por la ocupación de los tanques, si no, por el riesgo que corre el lugar ante una nueva catástrofe natural.
Antes de verter el agua al mar, Japón implementará un proceso de purificación llamado Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos (ALPS), que permite eliminar las sustancias radioactivas casi en su totalidad a excepción del tritio. Las autoridades el país nipón, insisten la seguridad del proceso y señalan que no pondrían en riesgo a la población japonesa, que sería la primera en verse afectada.
Aunque es un tema poco conocido, varias centrales nucleares vierten sus aguas contaminadas al mar, luego del proceso de purificación que debe cumplir los estándares internacionales. El organismo internacional para la energía atómica (OIEA) creo un grupo específico para el seguimiento y control de los procesos que Japón vaya a realizar, por lo que las autoridades están en espera de su aprobación para empezar el proceso.