La singapurense Saridewi Djamni tenía 45 años cuando fue asesinada por tráfico de drogas, convirtiéndose en la primera mujer en ser sometida a este castigo desde el año 2004.
A pesar de las críticas internacionales, Singapur sigue haciendo caso omiso y aplica la pena de muerte a quienes sean declarados culpables de tráfico de droga, el gobierno es reconocido por impartir duros castigos a quienes se vean involucrados en delitos de esta índole.
La mujer fue sometida durante la madrugada del viernes tras ser condenada en 2018 por poseer 30 gramos de heroína, según la Oficina Central de Narcóticos de Singapur. “La ley sobre el uso indebido de drogas establece la pena de muerte si la cantidad de diamorfina traficada es superior a 15 gramos” señaló la entidad en un comunicado. “Esa cantidad de diamorfina es más del doble de la permitida y es suficiente para alimentar la adicción de unos 370 consumidores durante una semana”.
Durante la misma semana que Saridewi fue ejecutada, otro connacional tuvo el mismo el mismo destino, se trata de Mohammed Aziz ussain, hombre de 56 años que fue asesinado en nombre de la ley, por traficar 50 gramos de heroína, ambos estaban condenados a la pena de muerte desde el año 2018. De esta forma se unen a la lista de 15 víctimas de la pena de muerte desde el marzo del 2022.
Las leyes singapurenses contemplan la muerte por poseer 15 gramos de heroína pura o más de 500 gramos de canabis, además de otros delitos como secuestros y asesinatos. A pesar de que la constitución establece el principio de igualdad ante la ley, en la práctica se observa que los prejuicios y el género afectan el curso que la investigación vaya a seguir, siendo particularmente más difícil para las mujeres.
Phil Robertson, subdirector en Asia de la organización Human Rights Watch (HRW), emitió un comunicado en el que denunció el actuar de Singapur en aplicación de sus excesivas leyes antinarcóticos
Robertson aseveró que desde el fin de las restricciones por la pandemia “el Gobierno y los tribunales se han movido como una máquina, cada vez más rápida, para recuperar el tiempo perdido, aparentemente decididos a vaciar el corredor de la muerte lo más rápido posible”.
“La ejecución de Saridewi Djamani, la primera mujer en décadas que va al patíbulo muestra que nadie quedará a salvo del esfuerzo galopante para mostrar que el Gobierno es duro contra las drogas”, añadió.
Tras detener las penas de muerte durante los dos años que el COVID-19 tuvo su peak, el país asiático a “recuperado el tiempo perdido” según expresan los detractores de esta medida. Desde el año pasado Singapur ha batido records de ejecuciones, ahorcando en pocos meses a once presos. Singapur se mantiene fuera de las actualizaciones mundiales respecto a las penas por tráfico y consumo de drogas, otros países asiáticos como Tailandia han legalizado el cannabis, mientras que Malasia puso fin a la pena de muerte obligatoria.